Apenas a unos metros de la casa en cuya pared estuvo incrustado antaño el Cristo de la Tahona, en la plaza del mismo nombre, una placa de cerámica recuerda que allí, en una vivienda contigua, nació Xosé Fontenla Leal. El intelectual galleguista, tipógrafo de profesión, que desde la emigración en Cuba hizo posible, con su esfuerzo, el nacimiento de la Real Academia Galega. Y no solo de la Academia: también la composición del Himno Galego, al que puso música, para que pudieran cantarse los versos de Pondal, el mindoniense -gran amigo del ferrolano Fontenla- Pascual Veiga. La placa, colocada por la Sociedade Cultural Medulio -la que preside la poeta Elia Rico-, es obra de uno de los más grandes ceramistas de siempre, Francisco Pérez Porto. Un artista que, a su vez, es hijo de otro de los poetas que le dio Canido a las letras gallegas, Xosé María Pérez Parallé. Porque Parallé, si bien vivió la mayor parte de su vida en Fene, en su casa de O Penedo -donde escribió casi todos sus libros-, era de Canido, que fue donde adquirió una de sus más grandes pasiones: la de la música. Concretamente, la de cantar con las rondallas, para las que compuso numerosas letras que se siguen interpretando en la Noche de las Pepitas.

«O de cantar non se perdeu»

«Eu penso -comenta Antonio Rivas Pol- que o de cantar non se perdeu nunca en Canido. Esa é unha das tradicións que aínda se conservan. E incluso vai a máis, porque agora hai xente que está traballando para que se recupere como foi antes, como era sempre».

«Porque non é só cantar nas ocasións -añade el maestro-, senón cantar cando uns amigos se xuntan. Por exemplo, nas tabernas. Ese era un costume moi bonito que había en Canido, e que agora por fin vai volvendo, porque por sorte nunca desapareceu por completo».

Las nuevas urbanizaciones han incrementado el número de los habitantes del barrio. Pablo, que reside con su familia en uno de los últimos edificios construidos en Canido, señala que es posible que las edificaciones más modernas hayan transformado la faz del lugar, pero al mismo tiempo subraya que la llegada de familias jóvenes -y el desarrollo económico vinculado a ese proceso- ha traído consigo la presencia de servicios que no existían cuando los habitantes eran muchos menos. «Ahora tienes allí casi todo lo que puedas necesitar», comenta.