M. C. SUÁREZ | A CORUÑA Un hombre con semblante serio por la tierra que deja atrás, mirada hacia delante y maleta en mano. Así se describe el monumento dedicado al emigrante que ayer se inauguró en Vimianzo con la presencia del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, y su homólogo de la Diputación, Salvador Fernández Moreda. El acto se convirtió en un emotivo canto a todos los emigrantes gallegos.

"Porque el gallego no protesta, emigra", recalcó Núñez Feijóo recordando los famosos versos de Castelao. El presidente destacó que los emigrantes "construyeron la Galicia universal que trasciende de su propio territorio", y, por eso, es de "justicia" que la patria le devuelva "por lo menos una parte de lo que aportaron". Núñez Feijóo afirmó que el pueblo gallego, junto con los irlandeses y los judíos "fueron los que más emigraron en el mundo", y por eso el acto de ayer sirvió para "rendir homenaje a todos los gallegos del mundo".

El presidente de la Diputación también tuvo palabras de elogio a esta iniciativa, que definió como una "magnífica idea". "Y porque no se puede entender la historia de Galicia sin entender la emigración", aclaró.

El monumento dedicado al emigrante en Vimianzo es el segundo de estas características que existe en la comarca, una zona especialmente castigada por la emigración desde hace décadas, y que todavía sufre en la actualidad. La otra escultura se encuentra en Fisterra.

El promotor de esta iniciativa fue el alcalde de Vimianzo, Alejandro Rodríguez Lema, que en sus años mozos también tuvo que emigrar a Caracas y después a Suiza. En este pequeño municipio entre la década de los cincuenta y sesenta emigraron 3.500 personas, la mitad de la población de entonces.

"Y lo hicieron con una maleta de cartón con cuatro mudas, un mendrugo de pan bajo el brazo y un chorizo si lo había", manifestó el regidor, que ayer demostró su gran poder de convocatoria a pesar de su reciente expulsión del PSOE. Además de los dirigentes gallegos, acudieron alcaldes y representantes de toda A Costa da Morte y centenares de vecinos. El monumento, esculpido por Iria Rodríguez, fue posible gracias a la colaboración de vecinos y emigrantes.