F. FRANCO - VIGO "Son mujeres emigrantes a quienes confiamos el cuidado de nuestros hijos o nuestros padres mayores y no las valoramos. Me pregunto cómo les prestamos tan poca atención a quienes confiamos vidas para nosotros tan importantes. Cómo las emigrantes son tan cercanas a nuestras necesidades y, al tiempo, las tratamos como tan lejanas". Eso se preguntaba ayer Ángeles Caso al calor de una pregunta sobre el personaje central de su libro, una joven emigrante de Cabo Verde que trabajó realmente en su casa y ahora vive en Lisboa.
Fue en el Club FARO, donde ella y Emilio Calderón, ganadora y finalista del Planeta respectivamente, fueron presentados y entrevistados por el subdirector de FARO, Rogelio Garrido. "Contra el viento" es el título con el que la escritora se alzó con el premio, y "La bailarina y el inglés" con el que su compañero de mesa y fortuna literaria quedó en segundo lugar. Y, quizás también por fortuna, la charla de ambos con Garrido tuvo un contenido más reivindicativo y de denuncia social que estrictamente literario. No en vano los protagonistas de sus respectivos libros cobran vida en medio de tramas, geografías y tiempos diferentes pero de gran atractivo sociológico actual.
¿Cómo os habéis enfrentado a vuestra novela? Eso preguntó el presentador y a ello Ángeles Caso respondió sin dudar un segundo: "Yo me enfrenté aterrorizada, muerta de miedo porque desde el año 2000 hice muchas cosas pero no había publicado ninguna novela y tenía la sensación de que ya no me saldría otra. Había perdido mi confianza como novelista". Emilio Calderón dio su respuesta con humor no exento de ironía. "Yo en realidad empecé como pequeño editor porque tenía demasiados complejos literariamente hablando como para atreverme a escribir. Empecé a hacerlo cuando vi la dificultad de llevar adelante una editorial y, sobre todo, cuando comencé a conocer a los escritores y se me cayeron del pedestal".
Dijo Caso que su protagonista era un Ulises femenino, alguien perseguido por la ira de los dioses –salir de su tierra, separarse de sus hijos, sufrir acoso...– pero que lucha contra ello y consigue salir adelante. La protagonista de la novela de Calderón es, en contraste, una bailarina de la que se enamora un británico que durante la Segunda Guerra Mundial es nombrado jefe de policía sin tener ninguna experiencia previa,. "He construido un personaje femenino fuerte –afirmó–, nada víctima, en una cultura colonial de la India muy diferente a la nuestra en la que las mujeres de alta clase social eran absolutamente incultas y se podía dar el caso de que, las bailarinas sagradas del templo, destinadas como objetos de placer, eran educadas mucho mejor".
Señaló Garrido que en la novela de Ángeles Caso la víctima tampoco parecía la protagonista, a pesar de su adversidad, sino la narradora blanca, con tendencias depresivas. "Adoro la civilización occidental –dijo a esto la escritora– pero está tan cansada y mimada que se ha ido debilitando por tener más de lo que necesita. Prueba de ello es que las enfermedades con mayor crecimiento están relacionadas con depresión, la ansiedad... lujos que no pueden permitirse esos emigrantes a los que, como mi protagonista, la necesidad de sobrevivir les mantiene con una fuerza y alegría sorprendentes. De modo que la víctima parece la blanca y lo es de esta decadencia occidental cuando la dureza de las circunstancias la sufre la caboverdiana protagonista. La que yo tuve en casa e inspiró mi novela me llegó a decir, y esto es un hecho para la reflexión, que había sufrido más por ser mujer que por ser emigrante".
La mujer y la emigración fueron dos temas centrales por los que se desvió, con éxito de atención por parte del público, lo que podría haber sido un coloquio aburridamente literario. Calderón, que vivió en otros países como Filipinas, dio una opinión: "Los emigrantes vinieron a un supuesto paraíso que no existe, se echaron al mar sin saber que en el mundo en que iban a redimir su mala suerte también había abismos. Y, encima, se les empieza a mirar con mala cara cuando nos falta el trabajo a nosotros".