Toñito Piñón Ferreiro, de 88 años, ha vuelto a Viveiro varias veces CEDIDA

 

Antonio R. Piñón Ferreiro (Viveiro, 1935) está acostumbrado a asumir retos y responsabilidades. Huérfano de padre desde que era un niño, este emigrante viveirense que reside en Venezuela desde mediados de los años cincuenta, y al que sus familiares y allegados conocen cariñosamente como Toñito, a los 88 años acaba de escribir y publicar su primer libro, Mar de dos orillas, con el que está cosechando un importante éxito. En él relata la «vida de un emigrante» que tuvo que dejar atrás Viveiro para marchar primero a Madrid y, con apenas 18 años, subirse al vapor Veracruz con destino a Venezuela, un país que en aquellos años ofreció oportunidades de empleo y progreso a miles de emigrantes gallegos. «La emigración es muy dura y he hecho de todo en la vida», recuerda con emoción un hombre que presidió la Hermandad Gallega de Venezuela durante los años 1974 y 1975, y que, entre otros, ha sido reconocido con la Medalla de Honor de la Emigración otorgada por el Gobierno español.

«He sido formado en la universidad de la vida y en el libro relato la vida de un emigrante que dejó atrás Viveiro y el monte San Roque, y fue acogido en otro país donde conoció gente nueva, y se convirtió en un ciudadano de dos mundos que hizo de todo porque, siendo músico, fui tabernero, conserje, comerciante, empresario..., y viajé a París, Alemania, China, Hong Kong...», Antonio R. Piñón Ferreiro, viveirense que reside en Venezuela desde 1955

Músico, ceramista, tabernero, conserje, comercial de importantes empresas de Venezuela, empresario..., Toñito ha mantenido siempre la vinculación con Viveiro. «He vuelto varias veces. La última hace cuatro o cinco años, y conservo amigos como Crucita. También me mandan vídeos de la Semana Santa. Viveiro es de los rincones más bonitos que hay en Galicia porque tiene de todo: playa, río, mar, montaña... Y claro que me gustaría volver, pero aquí, en Venezuela, el clima es más benigno y ya no me dejan viajar solo. Pero serei sempre ‘un home mariñán’», comentó sonriendo días atrás en una animada conversación telefónica, en la que recordó anécdotas, como cuando era monaguillo con el padre Manuel.

Sobrino del viveirense Raúl Amor, fue baterista oficial de la orquesta Amor en Caracas

Si una persona ha marcado la vida de Toñito Piñón es Raúl Amor, su tío. «Un modélico ser que, sin ser mi padre biológico, me orientó para que tomara un camino apegado a los principios de la honradez», comenta el hombre, que dedica también a su tío el libro que acaba de autoeditar. De los 250 ejemplares publicados, esta semana solo le quedaban 17 por vender. «Ha tenido muy buena acogida», relató sobre una publicación que ha sido presentada en la Hermandad Gallega de Venezuela, y en la que recoge vivencias relacionadas, por ejemplo, con la emblemática orquesta Amor, de la que fue baterista oficial en Venezuela.