Y precisamente en una de sus visitas coincidió con Pelin, a quien conocía perfectamente porque acudió durante unos dos años a clases de español que organiza Cáritas para ayudar a la integración de personas como ella. «Si no pueden trabajar tienen dificultades para aprender el idioma», afirma Fernández, que también percibe en la población kurda demasiada predisposición a relacionarse sobre todo entre sus miembros. «Me sorprendió verla allí», destaca. Cuando supo que en su visita del 15 de febrero le notificaron que estaba detenida y que iba a ser expulsada llamó a Idris para ofrecerle ayuda. «Al principio no supo qué contestarme», reconoce. «No sabía qué hacer en ese momento, no podía pensar», añade el hermano de Pelin, que en una fracción de segundo como la que puso a su hermana en el disparadero por una denuncia vecinal ya estaba devolviéndole la llamada para aceptar su ofrecimiento. Con el apoyo jurídico de abogadas que colaboran con el Foro Galego de Inmigración presentaron un último recurso ante la Subdelegación del Gobierno mientras se organizaba una protesta frente a la comisaría de Santiago. En ese período de tiempo, Pelin Tekin ya había sido trasladada en avión hasta Barajas con vuelo de enlace a Estambul. Con el apoyo de Idris como traductor, Pelin resume sus últimas horas de angustia. «El avión iba a salir a las seis y media de la tarde y sobre las cinco me dicen que llegó el papel que evita que me expulsen. Yo no entendía nada, al principio no me lo creía», relata Pelin. A la pregunta de qué pensó cuando supo que no subiría al avión, responde con un torbellino de palabras que no necesitan traducción porque su cara y sus manos lo dicen todo. También la sonrisa de Idris al resumirlas con un gesto emotivo, que termina con un «gracias» por la ayuda recibida y por escuchar una historia que asusta, sobre todo cuando Miguel Fernández destaca que uno de los problemas que tuvo Pelin para recibir el informe de arraigo es que no podía presentar el pasaporte porque este documento estaba retenido por la policía. También que Pelin quedó libre de cargos en Barajas pero sin que nadie se hiciese cargo de su regreso a Santiago. La suerte estuvo de su lado porque su hermano mayor trabaja en Madrid y pudo quedarse con él un par de días antes de volver a su casa.