(11/07/2021)
OURENSE / LA VOZ
10 jul 2021 .
Más de 4.500 kilómetros separan la ciudad de Ourense de Malabo, la capital de Guinea Ecuatorial. Esa fue la distancia que, en el año 1969, cambió la vida de Marcelo Ndong, el eterno Manoliño Nguema que se formó en el circo de la Ciudad de los Muchachos siendo apenas un adolescente. «Llegué con 14 años y pasé mi adolescencia viajando por el mundo con Ourense como campamento, donde me sentía en casa», cuenta Ndong, que regresó a su tierra natal siendo ya padre porque sintió la necesidad de compartir en Guinea el oficio cultural de toda su vida, el teatro.
La historia de Marcelo, que se llevó a un documental de la productora Waka Films en el año 2018, ilustra un vínculo que no perece. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en Ourense residen 45 ecuatoguineanos. Es la provincia gallega donde hay más. Uno de ellos es Raimundo Bernabé Nnandong Abeso, Russo. En cierta forma, el heredero de Manoliño en la búsqueda de una continuidad para los jóvenes valores del país africano que vislumbran un futuro sobre las tablas. En su momento, Marcelo Ndong llegó a España a través de una beca de enseñanza, una vía que Russo insta a revivir. «Aquí estoy contento. Ourense es como otra casa para mí, por lo que representa en mi vida artística. La ciudad me encanta, es muy cercana y, en mi caso, tuve la oportunidad de encontrarme con muchos compañeros del sector cultural que te tienden la mano para absolutamente todo, incluso con temas que no solo tienen que ver con el teatro. Por ahora puedo seguir formándome como artista, y quiero ver hasta dónde puedo llegar», indica.
Conexión con Quintela de Leirado
Algo más de 600 vecinos residen en el municipio ourensano de Quintela de Leirado, donde gobierna José Antonio Pérez Cortés bajo las siglas del Partido Popular (PP). En los años sesenta, él fue uno de los emigrantes que, durante la dictadura franquista, desembarcaron en una provincia del golfo de Guinea donde ya se enfilaba la cuenta atrás hacia su independencia, concretada en el 1968.
A la inversa, el tránsito hacia España lo hacían hijos de empresarios guineanos que estudiaban en la Península. En el caso del regidor de Quintela intentó volver en algún momento tras la independencia, pero las tensiones políticas posteriores, con episodios de violencia, lo convirtieron en un imposible. «E aínda así, teño moi bos recordos daquela etapa», afirma.
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