(19/10/2020)
x. a. taboada santiago 18.10.2020 | Faro de Vigo
Gente descansando en un parque. // Brais Lorenzo
Inmersa en una profunda crisis demográfica desde hace décadas, la única forma que tiene Galicia de ganar población es mediante la llegada de nuevos ciudadanos, tanto procedentes de otras comunidades autónomas como del extranjero. Siempre y cuando, obviamente, que los que se marchen no los superen en número. Es el llamado saldo migratorio. El pasado año volvió a ser positivo, sumando 17.747 personas más al padrón, que es la diferencia entre los nuevos residentes que llegaron la comunidad de otras demarcaciones geográficas y los que emigraron. Parece consolidarse así una tendencia iniciada en el año 2016 y que no deja de ir en aumento. Pero este comportamiento no es igual en todo el territorio gallego. El saldo migratorio positivo se da en 203 concellos. En los otros 110 -un tercio-, durante el pasado año se marcharon más personas de las que llegaron para quedarse a vivir, lo que contribuyó a ahondar su desierto demográfico, ya que por lo general son además ayuntamientos donde apenas se registran nacimientos.
El municipio que registró un mayor abandono relativo de ciudadanos de entre 16 y 64 años de edad que decidieron cambiar su lugar de residencia fue el ourensano de Avión, con una tasa de inmigración de 107 por mil habitantes, según los datos recogidos por el Instituto Galego de Estatística (IGE). Le siguen los de A Bola (94,6 por mil), Muiños (89), Beariz (83), A Lama (80,9), Ramirás (78) o San Amaro (76).
En cuanto al saldo migratorio total, la diferencia entre las personas que llegaron y las que se fueron, los resultados más negativos en proporción a su población corresponden a Avión, con un balance negativo de 53 personas (-33,3 por mil), algo por encima de Calvos de Randín (-25,4) o Pedrafita (-21,7). Por contra, siempre en función de su padrón, los que mejores números presentaron en 2019 fueron los de Chandrexa de Queixa (46,3) y Quintela de Leirado (37,8).
En términos absolutos, la provincia de Pontevedra ganó 5.444 habitantes al acoger a más ciudadanos que los que emigraron. En la de A Coruña la cifra se elevó a 8.376, mientras que en la de Ourense bajó a 2.119 y en la de Lugo, a 1.808. En cuanto a las ciudades, los mejores números correspondes a A Coruña, con un saldo positivo de 2.884 habitantes, seguido de Vigo con 2.481. Las demás urbes están ya por debajo del millar, aunque en Ferrol no se llega a las 70.
En el conjunto de Galicia, durante el trienio 2013-2015 fueron más las personas que hicieron las maletas que las que llegaron. A partir de 2016, el saldo migratorio comienza de nuevo a ser positivo, aunque solo por 3.025 personas. En los dos años siguientes, la cifra mejora sensiblemente (6.683 y 12.391, respectivamente), hasta llegar a los 17.747 del pasado ejercicio.
El IGE sostiene que desde 2017 el proceso migratorio está favoreciendo, aunque de manera muy contenida, el rejuvenecimiento de la población gallega, dado que el promedio de las personas que llegan a la comunidad para fijar su residencia es inferior al de las que salen. Durante 2019 los ciudadanos que recabaron en la comunidad tenían una edad media de 36,1 años -40 los españoles y 32,5 los extranjeros-, mientras que los que emigraron estaban en los 37,1 años -37,9 los españoles y 35,5 los foráneos-. Si se atiende al género, los varones eran un poco más jóvenes que las mujeres.
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