Dedicado a la docencia en Lima, Perú, decidió dar un cambio en su vida y llegó a la ciudad herculina con un grupo de misioneros. Sanitario de vocación, dejó la congregación y comenzó a buscar trabajo por horas como cuidador de ancianos enfermos, que compaginó con otros empleos de teleoperador, camarero o limpiador.

Alejandro es un inmigrante satisfecho con lo que se encontró al otro lado del océano. Cuando se le pregunta el motivo por el que se decidió a escribir su obra biográfica, que dedica en las primeras páginas a su madre, responde emocionado que esa es su humilde manera de contagiar a sus compatriotas las ansias por cambiar su calidad de vida y de agradecer la acogida que le brindó la comunidad gallega.

«No sois tan cerrados»

Una cultura diferente no se conoce ni se entiende en un día. Así explica Alejandro que «cuando un extranjero llega a un país tiene que adaptarse a un estilo de vida establecido. Solo respetando sería respetado y sin juzgar no sería juzgado». Y así enlaza argumentando que «no es cierto el tópico de que los gallegos son cerrados, solo hay que saber tratarlos, como a cualquier tipo de comunidad que no es la que te acogió desde niño», dice.

Aunque todo son halagos para la ciudad que le ha dado la oportunidad de mejorar su vida, a Alejandro aún le brillan los ojos cuando habla de Perú, y afirma que la crisis económica del país no puede compararse a la moral, que a su parecer es mucho mayor. «Donde hay más corrupción que moralidad humana es imposible que se produzca el desarrollo», señala.

De su dedicación a cuidar ancianos en una ciudad que define como «bastante envejecida», asegura haberse enriquecido de la gran sabiduría de los mayores. «Ellos se aferran a la vida aunque añoran tiempos pasados y creen que la salud es lo único importante para salir adelante. Cuando llegué a la ciudad me encontré ante una situación similar; solo las ganas de vivir me hicieron avanzar. Salud, dinero y amor, lo único que importa», dice.

Entre sus planes Alejandro desea formar una familia y una ONG que siga con un proyecto de ayuda a los niños de la calle que ya inició en su país. También quiere seguir creciendo y progresando, y escribir la segunda entrega de sus memorias.