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El repunte histórico de la inmigración abre un nuevo frente político

(07/01/2019)

El repunte histórico de la inmigración abre un nuevo frente político

España ha batido a lo largo del 2018 su récord de llegadas, tras convertirse en la principal ruta de entrada a Europa

 

 

A. azpiroz
madrid / colpisa 06/01/2019

El debate migratorio en España, prácticamente adormecido desde la denominada crisis de los cayucos del 2006, ha vuelto con fuerza. La extranjería se ha convertido en un nuevo frente político por méritos propios a base de estadísticas. Las cifras hablan por sí solas. El año recién acabado ha sido récord en la inmigración clandestina con 57.498 simpapeles llegados a las costas españolas, cerca de 18.000 migrantes más que aquel 2006, cuando el arribo de subsaharianos a Canarias encendió todas las alarmas. Y la tendencia en el 2019 parece idéntica. Los primeros datos apuntan a que probablemente cada día pondrán pie en las playas 150 migrantes.

 

Pero no solo hay estadísticas. El 2018 ha sido también el año de imágenes icónicas que se han colado en la política. Los asaltos masivos al vallado de Ceuta, por primera vez muy violentos, con lanzamiento de ácido y excrementos a la Guardia Civil, han provocado un intenso debate, casi tanto como el del imparable reguero de cadáveres, desconocido hasta ahora, en las playas y los mares españoles: 769 muertos. Dos inmigrantes fallecidos cada día.

 

Esa realidad no ha podido ser obviada por ninguno de los cinco principales partidos. Menos aún cuando la inmigración irregular vuelve a escalar en el ránking de preocupaciones de los españoles. Según el último CIS, publicado el pasado viernes, supone un grave problema para el 12,5 % de los españoles, cuatro puntos más de los que reflejaba la encuesta del mes anterior. Desde la oposición que conforman Partido Popular y Ciudadanos no se ha dudado en atacar al Ejecutivo socialista, al que consideran demasiado blando en materia migratoria. Más aún con el auge de Vox, que con su marcado discurso antiinmigración consiguió ser primera fuerza política en el municipio almeriense de El Ejido, donde los inmigrantes suponen casi un 30 % de la población.

 

Vallas muy fotográficas

 

Tanto Pablo Casado como Albert Rivera se han fotografiados junto a las vallas de Ceuta y Melilla. Su mensaje, no obstante, no siempre has sido el más acertado. Ambos han denunciado un efecto llamada a causa de acciones como la acogida de los rescatados del Aquarius, algo que desmienten las oenegés. Según las organizaciones que trabajan sobre el terreno, los migrantes que esperan su oportunidad en el norte de África hace meses o años que emprendieron su huida hacia adelante a Europa.

 

El líder del PP tampoco acertó cuando cifró en millones los subsaharianos que tratan de llegar a España. En cualquier caso, el mensaje de Casado es claro: «Lo que los españoles están buscando es que haya un partido que diga claramente que no es posible que haya papeles para todos».

 

Ante esta irrupción en la política de la extranjería, el Gobierno ha ordenado en las últimas semanas tomar distancia y volver al discurso de que se trata de una cuestión de Estado que debe estar fuera del debate. En poco más de medio año los hechos han dado un baño de realidad a los responsables de la Moncloa y del Ministerio del Interior, que han desechado ya la política de gestos, que terminó por volverse en un arma arrojadiza en manos de la oposición, con argumentos para calificar de improvisada o errática la política de inmigración.

 

Lo cierto es que no hay directrices claras en esta materia. Los vaivenes han sido marca de la casa en un Gobierno en el que se ha pasado de esos primeros gestos al cabreo por la «falta de previsión» de la saliente Administración popular por no anticiparse a la avalancha de llegadas tras el cierre de las rutas del Mediterráneo oriental (Turquía y Grecia) y central ( Italia y Libia) y, finalmente, al desánimo al ver que, como pasó en años anteriores con Italia, los socios europeos solo dan largas a España a pesar de que casi la mitad de las 121.755 personas llegadas a Europa en el 2018 por mar tuvieron como destino de desembarco las costas nacionales. Solo buenas palabras y muy pocos acuerdos en la reciente cumbre de Marrakech o en las reuniones bilaterales con Marruecos, Senegal, Mauritania o Argelia.

 

El Gobierno e Interior prefieren ahora perfil bajo en esta materia, después de que el Ejecutivo de Sánchez debutara en la Moncloa haciendo política con la extranjería a base de golpes de efecto como el anuncio de Fernando Grande-Marlaska, a las pocas horas de llegar al cargo, de quitar las concertinas de las vallas o la decisión del Gobierno de acoger en junio a los inmigrantes del Aquarius, que rechazaban el resto de los puertos europeos.

 

57.498 migrantes

 

La puerta del Mediterráneo.

 

El Estrecho se ha convertido en la principal ruta de acceso a España. Más de 769 personas han muerto intentándolo.

 

 

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