«No podemos hacer esto solos», dijo ayer en el Consejo de Seguridad de la ONU Federica Mogherini. La alta representante de Política Exterior de la Unión Europea viajó a Nueva York para pedir al organismo un mandato que permita a Europa poner en marcha su plan para combatir militarmente a las bandas de traficantes de inmigrantes que operan en el Mediterráneo.

El principal obstáculo con el que se encuentra la UE para combatir el tráfico de personas es la intervención en territorio libio, su principal foco de actuación aprovechando la situación de caos, desgobierno y conflictos armados que se instaló tras el derrocamiento de Gadafi. Un inconveniente que quedaría legalmente resuelto con el mandato de las Naciones Unidas.

La alta representante cree que ha conseguido convencer a los más remisos de los miembros del Consejo de Seguridad, Rusia y China. Aunque para ello, la UE deberá, probablemente, olvidarse del principal de los objetivos de su plan: destruir los barcos de los traficantes, al que Rusia se opone con el argumento de que muchos han sido robados y sus patrones no saben el uso que se les está dando. A pesar de esas reticencias, que Mogherini ya conocía, en su discurso no dejó de recordar que ese es uno de los objetivos del plan, siempre «que no haya ninguna duda de que los barcos están vacíos», aseguró.

La responsable de la política exterior de los Veintiocho garantizó a los miembros del Consejo, entre los que está España, que los inmigrantes rescatados «no serán devueltos a sus países en contra de su voluntad». Precisamente, el representante especial de la ONU para la Inmigración aseguró que la mitad de los inmigrantes que llegan ilegalmente a la UE podrían recibir el estatus de refugiados.

Mogherini detalló el problema de la inmigración en el Mediterráneo al que se enfrenta la UE. «Se trata de salvar vidas», defendió ante los miembros del Consejo. En lo que va de 2015, y según los datos del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, más de 1.800 inmigrantes murieron en el Mediterráneo mientras trataban de llegar ilegalmente a Europa, una cifra que multiplica por 20 la de todo el año pasado.

La OTAN no interviene

Por su parte, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, aseguró ayer en rueda de prensa en Bruselas que la organización que dirige apoya «totalmente» el plan de la UE y defendió la necesidad de ese mandato de la ONU para llevarlo a cabo, pero afirmó que la OTAN no intervendrá. La razón, que se trata de actuar en aguas territoriales libias. La OTAN lideró la campaña internacional para derrocar a Gadafi, tras lo que las tropas se retiraron dejando el país en un estado de caos. Su participación en una nueva operación allí no sería vista con buenos ojos.