La sangría demográfica que azota Galicia desde el inicio de la crisis -los datos definitivos del padrón muestran que la comunidad perdió 17.245 habitantes el año pasado- se vio compensada en los primeros años de la recesión por la llegada de inmigrantes que aún creían que en la comunidad gallega tendrían oportunidades laborales y de futuro. Pero en los últimos dos años a la nueva emigración, que obligó solo en 2014 a 21.000 jóvenes de 25 a 34 años a hacer las maletas para buscar trabajo, se suma el descenso de la inmigración después de décadas de crecimiento continuado.

La pérdida de población extranjera comenzó en 2013 con una caída del 2% respecto al ejercicio anterior pero se agudizó en 2014 al recibir 12.099 extranjeros menos en la comunidad. Esta cifra supone un descenso del 11% y se trata además de la segunda bajada de población extranjera por segundo año consecutivo y la más pronunciada desde 1998, el primer año al que hacen referencia las estadísticas del padrón municipal que recoge el Instituto Nacional de Estadística (INE). El número de habitantes foráneos se queda en 97.689 frente a los 2,6 millones de ciudadanos con nacionalidad española que residen en Galicia.

Los vecinos procedentes de otros países son 14.320 menos que los que había en 2012, cuando la autonomía alcanzó su máximo histórico con 112.185 inmigrantes. Y es que hasta ese año la población foránea no había dejado de crecer, y en comparación con 1998 cuando solo había 19.693 extranjeros en Galicia, se multiplicó por cinco. Pese al cambio de tendencia de los últimos dos años, el número de personas con pasaporte internacional en la actualidad todavía está un 67% encima de los registros de hace una década, con 39.496 más que entonces. El dato actual también supera a los 95.568 de los inicios de la crisis, aunque en menor medida, porque en este caso la diferencia es de apenas 2.295 personas, que en números relativos no llega al 3% más que en 2008.

El saldo migratorio en Galicia fue positivo durante toda la primera década de este siglo porque el ritmo de llegadas superaba al de salidas de los gallegos que se mudaban a otros países. El estancamiento de la evolución demográfica de la comunidad se inició hace un lustro con el arranque de la recesión y se agudizó en los dos últimos años con la pérdida de 14.320 inmigrantes. Con la reducción de 2014, el peso de la población extranjera sobre el total de la comunidad representa un 3,6% frente al 4,1% de 2013. Es necesario remontarse cinco años atrás para encontrar un porcentaje más bajo: 2008 con un 3,43%.

El año pasado y el anterior se redujo el número de inmigrantes, pero la nueva emigración forzada por la crisis ha provocado también un descenso de los empadronados de nacionalidad española respecto a 2007 en 41.392 personas, y 6.279 menos solo en el último ejercicio.

Los inmigrantes que todavía llegan a Galicia se decantan sobre todo por A Coruña y Pontevedra que concentran en cada caso el 36% del total de extranjeros que viven en la comunidad. Las cuatro provincias gallegas arrastran también dos años de caída en lo que se refiere a la llegada de personas de fuera de las fronteras. A diferencia de la media autonómica -que registró la mayor bajada en el último año con un descenso del 11% frente a una más leve del 2% en 2013- en todas las provincias el desplome de la población extranjera suma dos ejercicios con caídas de más del 11% en cada anualidad. En números absolutos, el descenso más acusado se registra en Pontevedra con 5.842 casos menos en 2013 y otros 4.612 al año siguiente que suman 10.454 inmigrantes menos en dos años. En A Coruña la reducción llega a los 8.716 residentes sin nacionalidad española en este periodo, 4.602 en 2013 y 4.114 el año pasado, que representan caídas de más del 11% en ambos ejercicios. En la misma proporción se redujo el número de inmigrantes en Ourense, aunque la suma es de 4.191, casi los mismos que perdió A Coruña solo en 2014. Lugo es la provincia en la que menos se ha notado la bajada de ciudadanos de otros países, 2.294 menos entre 2013 y 2014 con una media de 1.110 menos al año que supone una reducción anual del 8%.