Los barbanzanos siguen haciendo las maletas y buscando una oportunidad laboral, de la que aquí no disponen, en el extranjero. Durante los últimos doce meses, al menos 751 vecinos optaron por abandonar la comarca y afincarse en otro país. Esto sitúa, por primera vez en la historia, el censo de emigrantes por encima de los 17.000 registros. A principios de noviembre eran un total de 17.237 personas originarias de la zona las que figuraban dadas de alta en los distintos consulados repartidos por el mundo.

Desde 2008, fecha en la que se estima el inicio de la actual crisis económica, más de 5.400 habitantes de alguno de los once municipios de Barbanza, Muros y Noia decidieron probar suerte en otras comunidades o directamente en otros países. Son en su mayor parte, según un reciente informe del Instituto Nacional de Estadística (INE), que no realiza extrapolaciones a un ámbito territorial inferior al nacional, varones con edades comprendidas entre los 20 y los 39 años y con un nivel de titulación medio

El incremento del número de barbanzanos emigrados es una constante que se repite en la totalidad de municipios, si bien destacan por su elevado porcentaje -entorno al 20% en el último lustro- los de Noia y Porto do Son.

Outes y Ribeira

Pese a esta merma, que en términos absolutos se traduce en un descenso ligeramente inferior a los 600 habitantes, Noia y Porto do Son están lejos todavía de las cifras que registran Outes y Ribeira. Estos ayuntamientos son, con 2.183 y 2.078 inscritos en su Censo de Residentes en el Extranjero (CERA), respectivamente, los que cuentan con una diáspora más numerosa.

La destrucción de una parte importante del mercado laboral a nivel nacional y autonómico está provocando incluso que un buen número de vecinos que en su día ya estuvieron emigrados y que habían vuelto de forma definitiva, se hayan visto obligados a volver a echar mano del pasaporte para buscar en los países de los que regresaron las oportunidades laborales que no encuentran en el lugar en que nacieron.

Del mismo modo, otros que tras muchos años de emigración tenían pensado establecerse de nuevo en su municipio de origen optan por alargar en la medida de lo posible su edad laboral en espera de que mejoren las condiciones para su retorno a la patria natal.

Existe, además, un nutrido grupo de jóvenes barbanzanos, muchos de ellas con formación universitaria, que, en los últimos años, han decidido buscarse un futuro fuera de sus fronteras. Los datos oficiales indican que el número va en ascenso y posiblemente sea mayor de lo que reflejan las cifras porque no todos estos ciudadanos se inscriben en los consulados. En muchas ocasiones porque carecen de un puesto de trabajo en el lugar de destino y tampoco saben qué posibilidades tendrán de conseguirlo o si deberán regresar.