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A Coruña fue el centro de la emigración a América a partir de 1764

(23/09/2014)

A Coruña fue el centro de la emigración a América a partir de 1764

 

Por  MUNDIARIO el 22 de septiembre de 2014

 

Fotografía de Manuel Ferrol sobre la emigración gallega.

Fotografía de Manuel Ferrol sobre la emigración gallega.

 

 

Desde 1476 Galicia permaneció marginada de los poderes públicos, sin voto en Cortes hasta 1623. En 1833 desapareció el Reino de Galicia, sustituido por Región Gallega, sin el Bierzo.

 

 

En el capítulo de hoy de esta serie sobre la historia de Galicia hablamos de la Edad Moderna. Os Irmandiños. Durante buena parte del siglo XV el pueblo gallego sufrió en sus carnes el dominio aplastante de la nobleza gallega y de los cinco obispos de las sedes. Desamparados de todos crearon hermandades, os Irmandiños, unidos para derrocar fortalezas, signo del poder feudal y amparo de los nobles donde cometían toda clase de fechorías contra el pueblo. La Galicia medieval se fue fraguando con el terrible poder de la nobleza gallega, los nobles impusieron a sus súbditos enormes impuestos que estos llegado el momento ya no podían pagar ni hacer frente con su trabajo o sus pocas propiedades.

Los nobles cobraban a los campesinos por el simple hecho de nacer, “la goyosa”, y por morir “la luctuosa”, por hacer una casa, reformarla, cambiar de vivienda, por casarse “pernada”, para alimento en guerra, además de estar disponible cada vez que el señor acudía a una guerra o construía un castillo, torreón, o  pazo. 

La primera revuelta se produce en el año 1431 contra Nuño Freire de Andrade, “O Mao”. Con Enrique II de Trastámara llegaron a Galicia muchos nobles de fuera, contra ellos y su poder, contra los foros, se forma la Irmande Fusquella, al mando de Roi Sordo. Los castillos y fortalezas son la representación del poder feudal, y Roi Sordo destruye los castillos de Andrade en Betanzos, Pontedeume, Lugo y Mondoñedo. Una vez realizado este cometido se disolvieron por discusiones internas.

En 1467 se realizó la segunda revuelta, la Gran Guerra Irmandiña, al mando de Alonso de Lanzós en Betanzos y A Coruña, apoyada por pequeños burgueses como Diego de Lemos en Lugo y Ourense y Pedro de Osorio en Santiago, que formaron una fuerza de 80.000 hombres para derrocar (derribar) más de 100 fortalezas: las de Fernán Pérez de Andrade en Pontedeume y Ferrol, contra  Gómez Pérez de las Mariñas en A Coruña, contra Moscoso y Altamira en Santiago y Brión, Ulloa en Melide, conde de Lemos en Monforte y Lugo, contra Pardo de Cela en Mondoñedo, contra Sarmiento en Ribadavia y contra Sotomayor en Tui y Vigo.

Osorio vence a Álvaro Páez de Sotomayor, quien antes de morir le dice a su mujer María de Ulloa, luego amante del arzobispo Alfonso II de Fonseca, y padres del arzobispo Alfonso III de Fonseca, que se rinda a su muerte y que su hermano Pedro (al que manda retirar  del convento),  huya a Portugal. Éste se casa con  una rica heredera y compra arcabuces, los primeros de la época. Fonseca II por otro lado, cuida la fortuna de Sotomayor y contrata  mercenarios para volver a la lucha.

La nobleza lucha para mantener su feroz feudalismo esquilmando a los campesinos, sin ningún temor ni a los reyes, ni a la iglesia ni a nada.

Pedro Sotomayor, Pedro Madruga, vuelve de Portugal con los arcabuces, Fonseca con los mercenarios, Fernán Pérez de Andrade en Pontedeume, Gómez Pérez de las Mariñas en Betanzos, Pedro Pardo de Cela, conde de Lemos en Viveiro y Mondoñedo... todos ellos se unen contra Lanzós, que no tenía el carisma de dirigente de Pedro Madruga,  y los derrotan. Se vuelven a reconstruir todas las fortalezas de la nobleza (menos la fortaleza de la Rochablanca en Iria Flavia).

No obstante, los Reyes Católicos toman parte en el asunto y ponen en marcha el absolutismo, el sistema feudal era insostenible, la nobleza esquilmaba a los campesinos. Así, privan a la nobleza de buena parte de sus derechos y nombran una Xunta de Galicia. Envían a un gobernador general, Fernando de Acuña, acompañado de un ejército de árabes al mando de Mugarra, para someter a los levantiscos condes gallegos.

En 1483 ejecutan al mariscal Pardo de Cela, se le corta la cabeza en Mondoñedo, después prenden a Pedro Madruga, que muere preso, tal vez envenenado,  en 1486. Al resto los destinan a la corte en diversos cargos y en países exteriores. Galicia es sometida al poder central, se prohíbe el gallego, las comilonas en las bodas, ordenan arrancar los olivos y prohibir las demás costumbres propias del pueblo desde los celtas.

Los títulos nobiliarios de los condes salvajes, los castillos, torres, pazos, pasan sucesivamente a manos de la nobleza asentada en Madrid, y, por casamiento, a la casa de Alba. La  duquesa ostenta todos lo títulos de la Galicia medieval, los condados de Sarria, Lemos, Monterrey, Andrade, Salvatierra, etc.

Los Reyes Católicos impusieron el absolutismo, quiebra del feudalismo, propio del antiguo régimen, hacia un estado moderno de monarquía absoluta. Comienza así, según Jerónimo Zurita, “la doma y castración de Galicia”, los años oscuros.

La marginación de Galicia

Durante el reinado de Carlos III se siguen manteniendo los foros: obligación de pagar rentas por parte del campesinado. Como represalia contra la Armada Invencible  enviada contra Inglaterra por Felipe II, el pirata Francis Drake desembarca y asola A Coruña el año 1589. Los coruñeses, espoleados por la heroína María Pita, logran que el inglés abandone.

A partir de 1764 desde A Coruña empieza la lacra de la  emigración a América, de la que nos llegan nuevos productos de cultivo, como la patata y el maíz. La emigración siguió en nuestra fecunda  tierra hasta la mitad del siglo XX, pero entonces a Europa.

Hecho importante para Galicia fue la Guerra de la Independencia contra los franceses. Se crea entonces la Junta de Galicia al mando del Capitán General Filangieri, las diferentes clases sociales se unen a la Junta en su lucha para hacer frente al invasor. A Coruña se levanta el 30 de mayo de 1808, logrando alistar 40.000 soldados, entre ellos el Batallón Literario. Los ingleses, escapando de las tropas francesas, entran en Galicia en 1809 al mando del General Moore, quien muere en la Batalla de Elviña (A Coruña). A finales de ese año los franceses abandonan Galicia.

Finalmente, la desaparición del Reino de Galicia como tal tiene lugar en 1833, en que se denomina Región Gallega, con las cuatro provincias (sin el Bierzo). Pero por aquel entonces los afanes de un reino independiente hacía años que ya se habían perdido. Curiosamente, el Reino de Galicia no tuvo voto en las cortes de Castilla, desde su inicio  en 1476 hasta el año 1623, considerando a Galicia, en ese entonces, una entidad aparte, marginada, regida por la Junta del Reino de Galicia, por disposiciones de los Reyes Católicos.

 

 

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