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La cara y la cruz de la emigración

(07/07/2014)

La cara y la cruz de la emigración

La crisis y la falta de oportunidades aceleraron la salida de Galicia de más de 7.000 extranjeros el año pasado, pero otros muchos ni se plantean la partida

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el año pasado se instalaron en Galicia un total de 8.721 extranjeros, de los cuales 3.008 proceden de países europeos y 2.311 de Sudámerica. Son los flujos migratorios más habituales en Galicia. Aunque también se dieron de alta en los censos de la comunidad 1.200 originarios de Centromérica, 643 africanos y 288 asiáticos.

Los extranjeros que decidieron retornar a su país de origen o probar suerte en otro lugar fuera de España sumaron en el 2013 7.459. En este caso, la mayoría fueron sudamericanos, un total de 3.344. Le siguieron los europeos, 2.458; y los africanos, 733.

Andrea Hernández del Castillo lleva ya diez años viviendo en Galicia. Vino a España con un contrato de trabajo para ser asistenta en una casa, y desde entonces ha pasado por varios trabajos.

Estuvo unos cuatro años en Zara, una temporada en un hotel de limpiadora y otra etapa trabajando con familias como empleada del hogar. En este último año empezó a colaborar como voluntaria en Equus Zebra, una oenegé para el desarrollo que se centra precisamente en luchar por la integración de inmigrantes. Este pasado mes de junio le hicieron un contrato para trabajar en la tienda de la organización. Sus hijos, uno mayor de edad y otro todavía pequeño, viven con ella. Al preguntarle sobre si quiere irse contesta que «volver definitivamente no (a la República Dominicana), pero de visita sí, porque tengo familia allí».

Desde China

Otra de las que de momento se quedan en Galicia es Karen, una joven china de 26 años. Después de estudiar una carrera relacionada con el negocio de la moda llegó a A Coruña hace dos años al recibir una oferta de trabajo en el sector. «En el 2012 las noticias de otros países hablaban a diario de la situación de crisis en España, así que cuando vine no me sorprendió mucho, era mejor de lo que pensaba». A ella desde luego no le ha afectado personalmente, ya que tiene trabajo desde entonces, aunque admite que la mala economía podría ser la razón que le hiciese irse de aquí: «vine aquí por mi carrera -explica-, si la situación es mala y me deja en el paro en algún momento, entonces por supuesto que tendré que irme. Pero de momento parece que todo va bien, y se ven señales de que la economía se está recuperando».

De momento, cree que en general se está adaptando a las costumbres de esta tierra, «por supuesto hay cosas que no me gustan -cuenta- pero de momento va bien». Vino aquí sin hablar ni siquiera español, y como el inglés «no se utiliza mucho aquí, sentí la necesidad de aprender español y creo que aprenderé gallego ahora, parece divertido» dice.

Cree que A Coruña es una ciudad pequeña pero que ofrece, entre otras cosas muchos festivales, y una vida nocturna intensa. Ningún miembro de su familia vino con ella a Galicia, y no sabría decir si seguirá aquí mucho o poco tiempo. «Es difícil decirlo, depende de mi trabajo, mi familia y lo que sea que la vida tenga preparado para mí». Pero, de momento, se queda.

Otro caso es el de Dalal, una alemana que llegó a España hace 14 años, y tras pasar por las Islas Canarias, aterrizó en Galicia con su marido y su hijo para quedarse. Montó una hípica en Ortigueira con Sonia Miranda (de Costa Rica). Afirma que «la crisis no nos ha afectado, ya que ofrecemos algo diferente, una hípica con talleres, donde la gente puede entrar en contacto con los animales». Aunque no tiene pensado volver a su país, Dalal confiesa que «los dos últimos inviernos aquí han sido muy duros, ha hecho muy mal tiempo. Me fui de Alemania escapando del frío y en Galicia el tiempo es parecido». En cuanto al estilo de vida destaca que «lo que peor llevo es el horario de siesta, que las tiendas estén cerradas». Pese a todo, no duda en calificar los paisajes gallegos como «los mejores».

Pero no todos los casos son tan positivos. Peter, por ejemplo, llegó a España hace ya 12 años por la frontera de Melilla y ahora piensa en marcharse. Vive en Galicia desde hace cuatro, tras haber pasado por diferentes empleos en Madrid y Alicante. «Hace unos años era más fácil encontrar trabajo, tenía empleo en la construcción, pero hoy tengo que ganarme la vida vendiendo en un semáforo», lamenta. Peter tiene mujer y dos hijos. Cuenta que le gustaría poder trabajar fuera de España, en otro país europeo con más oportunidades como Alemania. El problema es el dinero para el viaje, «si estuviera yo solo sería más fácil, pero con familia y sin trabajo es imposible pagar un vuelo». Cuando se le pregunta por regresar a su país, Peter no lo duda, «prefiero quedarme aquí aunque no tenga trabajo antes que volver a Nigeria. Allí hay muchos problemas, como el terrorismo de Boko Haram». Ante la actual situación, Peter se enfrenta a quedar indocumentado por ser un parado de larga duración: «voy a quedarme encerrado en España», asegura.

«No me importaría irme»

Papa Diop y su familia llevan aquí desde 1993. Este senegalés se dedicó «a la venta ambulante, como todos», hasta que en el 2001 abrió un locutorio. Sin embargo, por la situación actual de crisis, entre otras cosas, se plantea volver a su país de origen. «La crisis se nota, hay menos trabajo... y llevo aquí muchos años, no me importaría cambiar», dice. Sus hijos, nacidos en Senegal, son ahora mayores de edad y ya no dependen de él, por lo que la decisión de irse o quedarse está en sus manos.

Desde Colombia llegó hace 15 años Luz Nelly Toro Jaramillo. Eligió Galicia porque su hermana trabajaba aquí. Desde el primer momento notó el cambio en cuanto a costumbres, especialmente por su trabajo de interna como empleada de hogar. Señala que la crisis ha mermado la calidad de vida de los inmigrantes, «antes encontrar trabajo era muy fácil, si te quedabas sin empleo encontrabas otro rapidísimo, ahora en cambio la situación es mucho más complicada», cuenta. Nelly dice que no tiene pensado irse de Galicia porque tiene dos hijos y «empezar una nueva vida en otro lugar es muy difícil. La situación tendría que ser extrema para emigrar de nuevo o volver a Colombia».

A pesar de que ella no tiene pensado marcharse, señala que «si alguien de mi país me pregunta si debe emigrar o no a Galicia, le diría que no debido a la situación actual. Únicamente si vienen con un contrato de trabajo, porque si no aquí la vida es muy difícil». Dejando a un lado los aspectos negativos, Nelly valora «la seguridad y tranquilidad que hay aquí. Mi hijo puede salir a la calle sin que yo me preocupe».

«Volver de forma definitiva, no, pero de visita sí, porque tengo familia allí»

 

 

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