Es el caso de Isidro Taboada, un vecino de Tomeza, que durante cuarenta años trabajó en Francia en la construcción y en una fábrica de diamantes, «pagando todos os anos relixiosamente os impostos en Francia e tiveron a pouca vergoña de virme a reclamar o 2008 e o 2009 cando eu fixen a declaración nese país». En el primero de estos ejercicios y, tras presentar los justificantes del abono de la Renta en el Estado vecino, desde Hacienda le comunicaron: «Vostede pague e depois, reclame. E tiven que pagar e logo reclamar». Y le devolvieron lo abonado «cuns intereses de 58 céntimos».

«Olvidan que algúns dos mandatarios son fillos de emigrantes. Como olvidan a escravitude que pasaron os pais para darlles unha carreira, porque do contrario serían un máis no paro», lamenta. Al igual que otros afectados, critica que, en su día, recabaron información en la Administración y «dixéronnos que estabamos exentos de impostos».

Esta misma expresión emplea Dolores Sueiro, de Parada, lugar de la parroquia cotobadesa de Tenorio. A su marido, que pasó siete años trabajando en Alemania y otros tantos en Francia, le reclaman unos 1.500 euros por cada uno de los ejercicios del 2009, 2010 y 2011: «O diñeiro que lle vén de Alemania non lle chega para pagar a Facenda».

Critica lo que considera es un trato desigual con respecto a otros pensionistas. Tras recordar que en España nadie está obligado a realizar la declaración si percibe menos de 22.000 euros anuales, reprocha el hecho de que «os que temos unha paga pequena do extranxeiro e máis o de aquí, a partir de 11.200 euros xa temos que pagar».

Como ambos, el pontevedrés Manuel Sueiro Gómez, de quien dependen dos de sus cuatro hijos que están en el paro, reitera hasta la saciedad que está dispuesto a declarar estos importes, pero critica que las reclamaciones de la Agencia Tributaria hubiesen llegado sin preaviso. «Esquécense de que España se levantou a base dos emigrantes e cun Goberno que non nos axudou».