Cuando falleció su marido, el casamiento de uno de sus hijos con una gallega en el 2001 la trajo a vivir a Pontevedra, donde siguió ejerciendo su espíritu solidario y labor benefactora, colaborando con la Asociación de Sordos, Cáritas y diversos colectivos de inmigrantes.
Su generosidad y entrega le fue reconocida en un reciente homenaje que que rindieron en esta ciudad uruguayos, españoles, argentinos, venezolanos, peruanos y colombianos que siempre han tenido abiertas las puertas de su casa.
Se celebró en el asador La Almería de las Indias, en la rúa Santiña, donde Titina recibió el caluroso agradecimiento por facilitarles la integración a todos aquellos a los que ella considera hermanos.