La Comisión Europea se encargará de supervisar esos controles. El requisito para poner en marcha una de estas medidas excepcionales es que un país del grupo Schengen no pueda controlar sus fronteras externas y ello repercuta de forma «amplia» en la seguridad interna de otros países. Los gobiernos se encargarán entonces de controlar sus propias fronteras por un periodo máximo de dos años. La medida se concibe como una iniciativa extraordinaria y aplicable solo en circunstancias excepcionales. Se precisa además una «recomendación» del consejo, en una reunión de todos los países de la UE. Hasta la fecha se han impuesto controles de 30 días solo para grandes acontecimientos como partidos de fútbol, así como de 10 días tras casos graves como atentados terroristas.
El debate sobre la seguridad de las fronteras exteriores cobró fuerza en 2011, cuando miles de refugiados procedentes de África del Norte llegaron a Europa coincidiendo con la primavera árabe. Grecia podría ser uno de los países en recurrir a este mecanismo, pues Atenas está desbordada desde hace años con la afluencia de inmigrantes en situación ilegal.