La inmigración pasó de puntillas

(27/12/2011)

La inmigración pasó de puntillas

Las organizaciones proinmigrantes desearíamos que la inmigración deje de jugar el papel de alfombra bajo la cual se han ocultado problemas estructurales de la economía como la baja productividad

27.12.11

LUIS PERNÍA IBÁÑEZ | PLATAFORMA DE SOLIDARIDAD CON LOS INMIGRANTES EN MÁLAGA

La inmigración y toda la agenda de la 'cuestión extranjera' se ha paseado con levedad por la pasada campaña electoral española, pero su levedad no debe confundirse con irrelevancia. Por lo pronto fueron unas elecciones sin evidente rentabilidad xenófoba. A lo mejor esa falta de ruido es la expresión del tránsito desde la extranjería a la ciudadanía. Y esa debiera ser, de aquí en adelante, la cuestión inmigrante.

El ruido normalmente se asocia al conflicto y, para sorpresa de muchos, lo que se respira es tranquilidad. Superamos el 20% de desempleo y, sin embargo, el racismo aún se sirve en plato pequeño. Esto hace pensar que el mercado no es la única vara de medir la capacidad de acogida de una sociedad. De hecho, en estos momentos, el empleo es el ogro, y si por él fuera no habría convivencia. Pero la integración depende, sobre todo, del contrato social, es decir, de cómo unos interpretan la presencia de los otros, lo cual es un dato muy importante. Lo cierto es que la integración está funcionando sin dinero y sin seguir un modelo. Mas este silencio no va a solucionar la integración, y la tempestad puede seguir a la calma si no se actúa durante la crisis.

No hay que perder de vista que la condición del inmigrante ha de ser la de cualquier trabajador. No son las sombras de la Caverna de Platón, sino que buscan lo mismo que cada uno de nosotros: una vida mejor. Pero mientras las cosas sigan como están, al desempleo de las personas inmigrantes se le combate permitiéndolas la libertad de movimiento frente al anclaje burocrático y por tanto desvinculándolas de un empleador, una provincia y un sector de actividad. En cuanto a la homologación de títulos, hay que valorar no sólo la identidad curricular, sino las particularidades; saber de otras realidades es también un capital y en la sociedad del conocimiento vale más la diversidad que la homogeneidad. Por fin, para prevenir la irregularidad nada mejor que facilitar la permanencia y la naturalización sin discriminación por origen. Que sean los mismos años para todos y que no se tarde menos tiempo en nacionalizarse que en consolidar la residencia. Sin olvidar que la cuestión esencial es el porvenir de los jóvenes de origen inmigrante. Hay que redoblar el esfuerzo educativo para los que ya no son forasteros. Su problema no es la capacidad, sino crecer en familias sin dinero con las dificultades lógicas para elegir colegio y sin influencias para encontrar empleo. Porque seguirán llegando pateras, pero el problema se puede gestar dentro.

En este paso electoral del 20- N, los partidos no debieran haber olvidado los grandes cambios, si son buenas noticias: un cambio trascendental que ha generado la inmigración es la incorporación de la mujer al mercado laboral. Una gran ventaja de la inmigración a lo largo de los últimos 25 años ha sido promover un cambio sociológico radical que ha permitido incorporar masivamente la mujer al mercado de trabajo, facilitar el ascenso social de millones de españoles y, también, rejuvenecer la pirámide de población

Tal como afirmaron las responsables de las campañas electorales del PSOE y del PP (Elena Valenciano y Ana Mato), «esta campaña se estudiará como un ejemplo de comunicación política». Por eso las organizaciones proinmigrantes desearíamos que la inmigración deje de jugar el papel de alfombra bajo la cual se han ocultado problemas estructurales de la economía como la baja productividad u obtener buenos beneficios sin invertir demasiado. También ha servido para tapar inequidades preexistentes en la educación como el fracaso escolar (un mal español mucho antes de que llegaran extranjeros); o en la vivienda, pero sabemos que la deficiente política residencial para los recién llegados fue igual de deficiente que la de los años 60 y 70 con los propios españoles.

En realidad, en la paisaje electoral ningún partido ha estado dispuesto a reconocer públicamente lo que resulta evidente para cualquiera que salga de su casa: que los flujos migratorios se rigen por variables que escapan al control de los gobiernos, y por lo tanto la insistencia en mantener un modelo cerrado vulnera los derechos de los inmigrantes, minimiza los beneficios para los países de origen y somete a las sociedades de destino a una visión hostil.

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