El municipio de Negreira es un claro ejemplo «do moito que tivo que ver o éxodo rural e o retorno»

Una prueba «irrefutable» de la intensidad del fenómeno migratorio gallego a Europa «a temos no noso entorno vital máis próximo», según subraya Amancio Liñares, quien se hace eco del crecimiento de su municipio, el de Negreira. Se trata de un claro ejemplo «do moito que tivo que ver o éxodo rural, pero sobre todo o retorno dos nosos emigrantes». Para realizar este trabajo, pudo recoger el testimonio de ocho personas con largos años de vida en cuatro países europeos: Alemania, Francia, Inglaterra y Suiza.

Uno de los matrimonios entrevistado es el formado por Antonio Villar y Nieves Suárez, ambos naturales de la parroquia de Aro, y que vivieron la emigración en el Reino Unido entre 1972 y 1982. Un año después de su retorno, abrieron las puertas del conocido bar Fontana «un nome que coñecíamos de Liverpool, e que nos gustaba máis que La Fuente». En Negreira, la huella de la emigración en la hostelería estuvo siempre muy presente en nombres de bares como el Oriel, Zúrich o Helvetia.

Otro de los matrimonios entrevistados es el formado por Manuel Quintáns Vieito, natural de Lañas (A Baña), y su esposa, Obdulia Prieto Mateos, de Calzadilla de Tera (Zamora). Retornaron a Galicia en 1992 desde Suiza, pero antes trabajaron en Francia. En total más de veinte años en la emigración. Ambos forman una promotora que ha levantado más de un centenar de viviendas, entre pisos, apartamentos, bajos comerciales y chalés en las dos últimas décadas.

Jesús Vieito Casal e Irene González Varela son también naturales de la parroquia bañesa de Lañas. Ellos emigraron a Brasil y Alemania, retornando en 1980. Actualmente jubilados, Jesús Chucho decidió emigrar a los veinte años, llevándose como tantos un baúl y una maleta para Brasil. Se casó por poderes con Irene, y mientras él arregló los papeles en el consulado, su mujer celebraba ceremonia y banquete en su Lañas natal en diciembre de 1960.

Venezuela y Francia fueron los países a donde emigró María Dolores Negreira Fajín, natural de Ons (Brión), entre 1963 y 2009. Su hijo Olivier Cantero vivió 28 años en París. Los planes de vida de esta mujer se truncaron cuando en un trágico accidente de coche en el verano de 1987, en una autopista cerca de Barcelona, falleció su marido, Antonio Cantero, de Guitiriz (Lugo). En el mismo siniestro sufrió graves lesiones cerebrales su hijo de solo seis años. Madre e hijo tuvieron que emprender una nueva vida, en una demostración del coraje y la entereza que siempre rodea a los emigrantes. La catalana no era la ruta habitual, pero en la ciudad condal habían asistido aquel verano a la boda de un sobrino.